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ESTHER COLLADO

Enlazando palabras y obteniendo melodías.


¿Sabéis esos huracanes que llegan y destruyen todo lo que encuentran?

MI HURACÁN

Le doy todo lo que tengo. Le doy mi tiempo: le doy mis días, mis noches. Le doy cada instante de ilusión. Le hago promesas que cumplo. Le doy sonrisas, canciones. Le doy palabras bonitas. Le doy hechos y esperanzas. Me río para que ría. Le doy tardes en silencio. Le doy música a deshoras. Le doy prisas, le doy calma, le doy sueño y despertar.
Y hasta intento darle pena.

Y él... Me deja seca por dentro. Y siempre juega a matar. Me exprime, me sube donde pensé que nunca podría llegar. Y una vez allí, me suelta, y siento el miedo del vacío.  Se entretiene con mi pelo. Y Hay días en que me engaña. Y otros dice la verdad. La verdad a mis espaldas. La verdad de mis mentiras. Lo falso de mi verdad.

Y yo... Le doy todo lo que tengo....


¿Sabéis esos huracanes que llegan y destruyen todo lo que encuentran? Así es él. Mi huracán.
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Historias que surgen en Twitter, en forma de tuits, uno detrás de otro, sin poder parar. Historias como "Yo también pude tener cien años de soledad":



"Iba todos los días a la estación. Y todos los días veía pasar el tren. Y todos los días me preguntaba si no debería haberme subido.
En realidad al principio no era así. Al principio solo lo veía pasar, cada día a la misma hora. Y me decía que jamás me atrevería a subir.
Después, las dudas. ¿Me subo? ¿No me subo? No, no debería. Pero es que llegaba tan veloz, tan seguro de sí mismo, que deseaba verlo por dentro, saber cómo era, cruzar esa puerta y poder ver todos los seguramente preciosos lugares que atravesaba en su camino.
En silencio, el tren gritaba mi nombre, y yo cada día, me acercaba más a su puerta, la última de la cola.
Hasta que un día, decidí dar un salto y subir.
Y el viaje... El viaje no fue exactamente como esperaba. El paisaje era bonito, a veces impresionante, pero de vez en cuando, vaya frenazos... Acelerones, paradas... Una vez estuvo a punto incluso de descarrilar.
Y daba miedo. A veces me daba miedo, y me preguntaba si no me habría equivocado. Si no estaría mejor en lo que siempre había considerado mi casa, sin altibajos, sorpresas y sobresaltos.
Pero no. No cambio la emoción del viaje por el aburrimiento. Ni la ilusión por la desidia, ni la vida por aquello que tenía que no sé cómo llamar. No. Aunque lo perdiera todo, un segundo de mi viaje habría valido más que cien años de soledad."
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"El bestseller que arrasa en las listas de más vendidos en EE. UU. y Reino Unido. ¿Estabas en el tren de las 8.04? ¿Viste algo sospechoso? Rachel, sí. Rachel toma siempre el tren de las 8.04 h. Cada mañana lo mismo: el mismo paisaje, las mismas casas? y la misma parada en la señal roja. Son solo unos segundos, pero le permiten observar a una pareja desayunando tranquilamente en su terraza. Siente que los conoce y se inventa unos nombres para ellos: Jess y Jason. Su vida es perfecta, no como la suya. Pero un día ve algo. Sucede muy deprisa, pero es suficiente. ¿Y si Jess y Jason no son tan felices como ella cree? ¿Y si nada es lo que parece? Tú no la conoces. Ella a ti, sí."

La sinopsis de la novela me llamó la atención lo suficiente como para empezar el libro. Despertó mi curiosidad esa idea de que una persona pudiera de alguna forma meterse en la vida de unos desconocidos por el hecho de observarlos diariamente.

La viajera, Rachel, es una chica que se encuentra en un momento pésimo de su vida. No ha logrado superar una ruptura que ha tenido lugar hace un par de años ya y esto la ha llevado a terminar de arruinarsu vida. En este punto, en el que todo es un desastre para ella, comienza a fijarse en esta pareja y a idealizarlos, dotándoles de una vida que es en realidad un reflejo de lo que ella hubiera querido mantener con Tom, su expareja.

De forma paralela a la narración de todos los pensamientos que pasan por la cabeza de Rachel, vamos conociendo a la supuesta "Jess", y descubriendo que la composición que se ha hecho Rachel acerca de su idílica vida es completamente errónea.
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¿Conocéis a @_DorianGrey? Seguro que sí. Pero si no, yo os lo presento. Espontáneo, divertido y ocurrente. Ese es @_DorianGrey. 

Le dije: "¿Escribes algo para mí?" Y aquí lo tenéis, tan generoso, con este texto tan "él" que ha querido regalarnos. Quien lo conozca, seguro que le reconoce en estas letras. Quien no le conozca, ya está tardando. Os dejo con

LOS RECUERDOS SE ALMACENAN EN EL HIPOCAMPO.

"Los viñedos, más o menos al empezar noviembre, con la mayoría de sus hojas de un color rojo cobrizo acompañado de diferentes tonalidades crean un paisaje, para mí, espectacular. Me encanta. Otra cosa que me encanta es despertarme en mi cama y no en medio del campo rodeado de viñedos, helado, y sin recordar como cojones he llegado hasta aquí. Intentando hacer memoria lo primero que me llega es un sustantivo seguro que no muy habitual: abuelastro. Mi abuelo era un hombre de pueblo de toda la vida, que falleció repentinamente a los 54 años. No es una edad para sorprenderse demasiado, quizá por eso ni la guardia civil, ni el alcalde, ni el médico ni nadie que se sepa del pueblo dijeron, ni siquiera en voz baja a nadie, que sabían que su mujer lo había envenenado. Porque aunque lo quería mucho y eso no podía negarse, el vino lo ponía algunas veces demasiado burro. Y total, su mujer, mi abuela, que tres días después del entierro desapareció sin dejar rastro, era muy querida en el pueblo, y aunque había vestido de negro desde los quince años que murió un hermano suyo, todos sabían que tenía un alma aventurera y vivaz, que a todos de una manera u otra gustaba. Por eso cuando regresó un lustro después a cumplir sus 54 años en el pueblo (descartando ironía en la coincidencia), todos aceptamos que trajera de Ibiza consigo un novio hippie más joven que ella. Mi abuelastro no era un abuelo al uso, por lo que quizá mi mente enseguida se situó en el momento de la noche anterior en que me crucé con él. Que tal nietastro, Bien abuelastro, Llevo cosas, quieres algo, No abuelo, que he salido de tranqui, como siempre, Va, no me seas maricón, Ya estamos...   
En el otoño e invierno, la clorofila de las hojas se empieza a degradar (descomponer) y empieza a desaparecer de las hojas.  A medida que la clorofila se degrada, empiezan a distinguirse los pigmentos accesorios que de acuerdo a su abundancia específica empiezan a dar diferentes tonalidades a las hojas (copy&paste) que es lo que produce esos paisajes en nuestros campos. No sé quién me contaba esto una vez más, solo sé que me costaba mucho mantener la atención por lo que había tomado, y también que acababa de entrar la que fue mi primera novia. Quiero decir primera después de la primera, que no la cuento porque fueron dos meses, aun éramos muy jóvenes, y porque era morenita, y poca cosa o menos. Ésta primera era bonita, rubia, de ojos azules, de curvas sin señalizar, y mucha cosa o más. Ahora mismo acaba de apoderarse de mí el acto reflejo de girar la cabeza hacia todos los lados para encontrarla. Uf, mal presentimiento. Me miro despacio las manos, sin recordar nada, pero con miedo… llenas de sangre seca. Y ni me duelen ni encuentro heridas. Cuento ahora al eventual y raro lector que haya llegado hasta aquí, demostrando curiosidad cuando no algo de aprecio o desprecio por el escribiente, que jamás en mi vida se me había cruzado la idea de matar a aquella primera novia (después de la primera) que tanto consiguió en su día que la odiara a muerte. Continué haciendo memoria hasta el momento, que no sé cómo llegó, en que hablamos los dos. Que tal Jose, Que tal Ana, Muy bien, aquí, Yo también, hacía tiempo, Muchísimo, yo apenas vengo un par de veces al año, Que es de tu vida… Y así estuvimos un rato hasta que no sé quién de los dos tuvo la maravillosa idea de salir a fumar, que llevó a pasear, que llevó a adentrarse en la oscuridad del campo a través de un camino de tierra. Quiero destacar en mi prematura defensa, por si fuera necesario más adelante, que nos habíamos llevado genial todos estos años marcados por la ausencia absoluta de cualquier tipo de contacto, y que lo que estaba sucediendo era cuanto menos increíblemente extraño.
Allí, en mitad del campo, me encontré pensando que si el color rojo de las hojas que ahora tenía por todas partes a mi alrededor fuera el prevaleciente todo el tiempo, entonces poco tendría de bello aquel paisaje. Quizá esté la belleza estándar, la belleza de la rareza, y la belleza de lo que nos hace sentir bien, sin más. Igual que mi abuela cambió radicalmente una parte de su vida, igual que mi abuelastro cambió radicalmente donde discurría su vida, yo aquella noche cambié radicalmente una parte importante de mí.  Y te contaría cual y como sucedió, querido lector, créame, pero aunque sin duda si algo cree conocerme para leer hasta aquí, y puede hallarse algo sorprendido, creo que ambos tenemos cosas más importantes en las que perder nuestro tiempo. Si quiere otro día, delante de un café o una cerveza y tras un juramento por lo que más quiera, le cuento la parte que falta. Si logro recordarla, claro."
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