BARRERAS MENTALES

by - diciembre 04, 2020

 

Lucía hoy se ha despertado con una extraña sensación.

Se ha incorporado en su cama y ha mirado fijamente sus manos, con la sorprendente certeza de que son capaces de conseguir todo lo que se proponga.

Ha mirado el reloj despertador y ha observado que es pronto, más pronto que de costumbre, pero se siente llena de energía, y ha decidido levantarse y prepararse un buen desayuno, de esos que nunca tiene tiempo de preparar.

 

Tras una relajante ducha, se ha dirigido a la cocina y ha abierto la nevera, en busca de algo que sea de verdad un desayuno, no un trámite necesario para pasar al siguiente punto del día. Un par de huevos fritos con bacon, acompañados por  un trozo de pan, recién horneado, que sobró la noche anterior  han sido los ingredientes elegidos. Desayuna en la mesa del salón, relajada, pensando en la jornada que tiene por delante, con la rara sensación de que el resto del mundo duerme.

Abre su armario y pasa la vista de largo sobre los pantalones de corte recto y las blusas de diferentes tonos. Hoy busca algo diferente, no lo que ya se ha convertido en el uniforme de todos los días. Después de mover unas cuentas prendas y dar varias vueltas, encuentra aquel vestido corto que ya nunca se pone, porque se ve feas las piernas. Pero hoy las mira y las ve distintas; hoy esas piernas son aquello que le va a llevar a cualquier sitio al que se quiera dirigir. Y se pone su vestido.

Y en el baño, mira el neceser con la base de maquillaje, el corrector de ojeras, los lápices de ojos, el rímel, las barras de labios, el colorete… Y cierra el cajón, y se lava la cara con agua fría, y se mira al espejo, y ve unos ojos limpios, ilusionados, unos ojos con los que ver la vida de otro color.

Se calza y coge su bolso, y las llaves del aparador, el mismo aparador donde ayer dejó los resultados de las pruebas médicas  que recogió a última hora. Abre la puerta y sale dispuesta a comerse el mundo.

Hoy Lucía sabe que nada volverá a ser igual. Que dirá “no” cuando tenga que decirlo, pero también se dirá muchos síes que se ha negado últimamente. Que no se dejará incomodar ni avasallar por nadie. Que se convertirá en la dueña de su vida, siempre, y no en una mera espectadora de lo que va sucediendo.

Que buscará el sol que siempre se esconde encima de las nubes. Que se fijará en esas pequeñas cosas que en realidad, son las más grandes.

Hoy Lucía tiene la certeza de que algo ha cambiado, y sin embargo, todo sigue igual. Porque lo único que ha cambiado, es ella.

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