ECLIPSE DE LUNA
Le
odio.
Y
no entiendo por qué todos le aman. Desean cada día su presencia, disfrutan con
su cálido abrazo, sus ojos brillan ante su esplendor. Y él se va asomando hasta
que triunfal, se muestra del todo,
siempre con su radiante sonrisa.
Solo
unos pocos esperan mi llegada con la noche: los románticos, los solitarios, los
que sueñan melancólicos; ellos valoran mi suave caricia, mi tenue luz, la
mágica sensación de mi embrujo.
Pero
el resto… ¡No lo entienden, no lo ven! Llevan miles de años adorándole, y le
han convertido en un ser engreído, presuntuoso y petulante. Alguna vez, incluso
llegaron a llamarle Dios.
No
se dan cuenta de que su presencia termina por marchitarles, les quema, les
vacía… acaba con ellos tan lentamente que no son capaces de verlo.
El
me humilla, se burla de mí, me eclipsa, disfruta imponiéndose como favorito
cada día.
Pero
aquellos que hoy le veneran, un día desaparecerán; todo volverá a ser como
antes, cuando no existían. Y entonces volveremos a ser iguales. Pero a sus ojos
no lo seremos, porque entonces se sentirá solo y vacío; no habrá halagos para
él; la indiferencia le hundirá; no podrá recuperarse.
Y
ese día, yo, me convertiré en la reina del Universo.
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