VACÍA
Últimamente no hace más que mirar
hacia atrás. Hacia atrás y hacia dentro.
A veces se pierde mirando y
buscando, se enfada consigo misma porque no encuentra las respuestas que
necesita. Y el caso es que a veces ni siquiera sabe cuáles son las preguntas.
Así, ¿Cómo las podría responder?
Igual no hay nada que responder
ni nada que preguntar. Quizá, ahora, sentada en su escritorio, mientras trata
de poner en orden sus pensamientos, se da cuenta de eso.
Se da cuenta de que no hay
preguntas ni respuestas, solo hay experiencias de las que aprender. Y ya no
solo mira hacia atrás y hacia dentro, también mira hacia delante.
La primera palabra que se le
viene a la cabeza es “vacío”. Esa maldita sensación vivida durante tanto
tiempo, sin ser consciente de ello.
Esa ausencia de cualquier atisbo
de alegría, de tristeza, de emoción. Solo desidia, conformismo. Dejando que
pasen las horas, los días, sin ninguna ilusión.
¿Cómo llega una persona a dejarse engullir por algo de lo que no debería depender su felicidad? No lo sabe. No lo entiende. Y eso era lo que quería entender. Eso era lo que quería desgranar completamente, conocer cada una de las causas que la llevo a desaparecer. Hoy ya no.
Hoy solo quiere aprender a vivir. Volver a aparecer. Poco a poco, despacito.
Y cada día… Cada día, no, miento. Pero sí, a medida que pasa el tiempo,
aparecen destellos de lo que un día fue. Y esos momentos son la esperanza. La
esperanza y los cimientos de lo que será, de lo que ya está siendo.
Mira hacia atrás para aprender de
los errores.
Mira hacia dentro para recordar quién fue, y lo que no quiere ser.
Y según avanzan los días, va siendo menos
quien no quiere ser.
Los milagros no existen. Al menos
para los ateos. Lo que existe es el camino, el camino de Machado, ese es el
camino que ahora recorre, de forma consciente, sorteando las piedras que se va
encontrando y en cada cruce, eligiendo la senda por la que quiere continuar.
Y así, cada día (cada día, no,
miento…) ese vacío se va llenando, y cada gramo que llena ese vacío, la llena
de felicidad, porque sabe que quizá, no siempre elegirá el mejor camino,
pero al menos será el camino ELLA que ha elegido, y no el que eligieron los
demás, o el que se vio obligada a recorrer.
Mira hacia delante porque sabe que un día ese vacío se habrá
llenado. Y quizá ese día, todas aquellas preguntas obtendrán su respuesta. O
no, qué más da. Ya no le importa.
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