«En
una clase de primer curso Mattia había estudiado que entre los números
primos hay algunos aún más especiales. Los matemáticos los llaman
números primos gemelos: son parejas de números primos que están juntos, o
mejor dicho, casi juntos, pues entre ellos media siempre un número par
que los impide tocarse de verdad. Números como el 11 y el 13, el 17 y el
19, o el 41 y el 43. Mattia pensaba que Alice y él eran así, dos primos
gemelos, solos y perdidos, juntos pero no lo bastante para tocarse de
verdad.» Esta bella metáfora es la clave de la dolorosa y conmovedora
historia de Alice y Mattia. Una mañana fría, de niebla espesa, Alice
sufre un grave accidente de esquí. Si la firmeza y madurez con que este
joven autor desarrolla el tono narrativo impresiona y sorprende, no
menos admirable es su valor para asomarse sin complejos, nada más y nada
menos, a la esencia de la soledad.