He estado enamorada muchas veces. Bueno, algunas. Otras
quizá lo creí.
Sé lo que es amar y que esa persona te ame. Y también sé lo
que es amar sin ser correspondido.
He sido feliz en muchos momentos. Feliz hasta rabiar.
También he vivido muchos momentos tristes.
Mi vida a veces ha sido un castillo inquebrantable y otras,
una torre de naipes en constante derrumbe. Por momentos, lo he tenido todo. Y nunca he podido decir:
"no tengo nada".
Estoy rodeada de gente a la que quiero. De gente que me
quiere. También he perdido a personas a las que he querido tanto... Y se
tuvieron que ir
Resumo la vida en la suma de todo eso. Y hasta en la resta,
porque todo suma.
No entiendo nada sin sentir, y entiendo todo sintiendo. Mi
vida solo es sentimiento. Y estoy arriba o abajo, dependiendo del que me
acompañe en cada momento.
Todo pasa, y mi memoria, que no hace bien su función, todo
lo olvida. Eso es bueno, porque lo malo se aleja hasta que no se ve, pero es
malo, porque lo bueno también.
Pero hoy, escuchando una canción, he sentido como se
aceleraba mi corazón, y al cerrar los ojos, me he visto tumbada sobre una cama,
hace años, pensando en ti. Y he sentido lo mismo que sentí en aquella cama. He
sentido la angustia de estar atrapada y de no poder tenerte. He sentido tal tristeza
que me he echado a llorar, y a los dos segundos, me he visto sonriendo al
pensar cómo la música puede llegar tan dentro de mí como para hacerme recordar
lo que el tiempo va enterrando con el paso de los años. Y he pensado en otras
canciones que me han marcado, porque me han recordado a personas y a épocas
cruciales en mi vida. Y me he dado cuenta de que amo la música por encima de
todo; la música, que está siempre ahí, conmigo. La música, que cada día, me
hace sentir y me recuerda quién soy.